Vinicunca
Perú

Vinicunca: la montaña de los 7 colores

Viernes, 15 de julio de 2022

La primera excursión que realizo en mi viaje a Perú es el ascenso a Vinicunca: la montaña de los 7 colores. En la cordillera de los Andes se ubica una de las atracciones turísticas peruanas más visitadas de los últimos años, casi tanto como el Machu Picchu. Vinicunca alcanza los 5.200 metros sobre el nivel del mar, lo que convierte el mal de altura en un problema que afecta a muchos viajeros que la visitan. La caminata de día completo es la opción más popular para conocerla. Desde Cusco, se debe conducir unas tres horas hasta Pitumarca y luego viajar a Cusipata para dar comienzo al trekking. Una experiencia única en la que se necesitan aproximadamente tres horas para alcanzar la cima. diariodeandar te lo cuenta en este post acompañando el texto con unas imágenes espectaculares.

Lo primero en lo que tenemos que pensar a la hora de visitar la montaña de los 7 colores es el clima. Para poder apreciar en plenitud los colores de Vinicunca, hay que evitar la temporada de lluvias, de diciembre a marzo, en las que el paisaje puede aparecer con niebla o incluso cubierto de nieve. En los meses de abril a noviembre suele lucir el sol, especialmente de junio a agosto, que son los meses más secos. Lo segundo es el madrugón, imprescindible para realizar esta excursión que arranca en la ciudad de Cusco. El trayecto, de unas cuatro horas, nos lleva por caminos de trocha que dibujan curvas endiabladas. Aunque el paisaje no tiene desperdicio. Cultivos escalonados que se asoman al abismo. Llamas que pastan despistadas. Apenas un puñado de comunidades indígenas que viven aisladas del mundo, como congeladas en el tiempo.

Llegando a Vinicunca

Al llegar a la base, donde se dejan todos los vehículos, estamos ya a unos 4.500 metros de altitud. Da comienzo entonces la caminata, para la que es imprescindible tomar ciertas precauciones. La primera es mentalizarse de que, inevitablemente, en estas latitudes se siente la falta de oxígeno en nuestros pulmones. Cierto es que no hace falta estar muy en forma para abordar este trekking, que dura unas 2-3 horas, con un recorrido prácticamente llano y algunas pendientes. Sí que debemos estar en buen estado de salud, porque el mal de altura (soroche) ahí está y puede ocasionar mareos y fuertes dolores de cabeza. Fundamental hacer la ruta siempre con un guía y seguir sus consejos. Tenemos que caminar despacio y efectuar paradas. Mascar hojas de coca o aspirar una especie de agua mentolada (agua de Florida) nos ayudará a abrir los pulmones.

Poco a poco se avanza por el espectacular valle, mientras el cerro se va intuyendo a lo lejos. Por el camino, las gentes de las comunidades vecinas ofrecen productos de artesanía. También caballos para hacer más llevadera la subida. Y productos como el chicharrón de alpaca para cargar energías. Para ellos es una fuente importante de ingresos, ya que de la agricultura apenas tienen para ir tirando. La montaña se convirtió en ‘la gallina de los huevos de oro‘ para las deprimidas comunidades que viven alrededor desde el año 2016, cuando se facilitaron las rutas de acceso. La zona fue centro de una gran disputa entre dos comunidades campesinas que se disputaban el control de la ruta turística. Lo que demuestra la importancia de la afluencia de turistas para estas poblaciones. Actualmente todo lo tienen muy bien organizado y parece que reina la paz entre los vecinos de esta comarca.

Vinicunca a la vista

Tras casi tres horas de interminable subida, el Vinicunca irrumpe de pronto, justo cuando se alcanzan los 5.000 metros de altitud. Desde el cuello -o collado- entre montañas, que es su verdadero significado, no hay palabras para describirlo: sólo color, una brisa fría y una mística irresistible. Todo ello hizo que National Geographic la incluyera en la lista de los 100 lugares que ver antes de morir. Sus laderas y cumbres están teñidas por unas franjas de intensos tonos de fucsia, turquesa, lavanda y dorado. El aspecto de arcoíris de Vinicunca se debe a «una compleja historia geológica de sedimentos marinos, lacustres y fluviales», según datos de la Oficina de Paisaje Cultural de la Dirección Desconcentrada de Cultura de Cusco. Estos sedimentos, transportados por el agua que antes cubría la zona, datan de entre los períodos terciario y cuaternario, es decir, de hace unos 65 a dos millones de años.

La Oficina de Paisaje Cultural detalla la composición de cada franja de acuerdo a su color:

  • Rosado o fucsia: mezcla de arcilla roja, fangolitas (fango) y arena.
  • Blanquecino: arenisca (arena de cuarzo) y piedra caliza.
  • Morado o lavanda: marga (mezcla de arcilla y carbonato de calcio) y silicatos.
  • Rojo: argilitas y arcillas.
  • Verde: arcillas ricas en ferro magnesiano (mezcla de hierro y magnesio) y óxido de cobre.
  • Pardos amarillentos, mostaza o dorado: limonitas, areniscas calcáreas ricas en minerales sulfurados (combinados con azufre).

El retoque de las fotos que aparecen en las redes sociales ha hecho que estos colores brillen más de lo que realmente lo hacen. Y le han dado a este lugar una enorme popularidad en el mundo entero. Los visitantes pasaron de unas pocas decenas a cerca de 1.000 al día en pocos años.

En la montaña de los 7 colores

Una vez que llegues arriba, cuando estás en el primer mirador, en vez de continuar el ascenso, sigue recto por un sendero que rodea la montaña de los miradores por su parte derecha. Disfrutarás prácticamente solo de una perspectiva diferente de Vinicunca. Desde allí tendrás unas vistas alucinantes de la parte trasera del valle, con el Nevado Ausangate (6.384 metros) sobresaliendo imponente. Otra opción que tienes, siempre que dispongas de tiempo, es subir al Red Valley. Es una ascensión hasta otro punto panorámico, en la misma cordillera de la Montaña de los 7 Colores. Los guías no la suelen incluir en su itinerario, pero debe ser otra ruta impresionante. Si la quieres hacer, pregunta primero en la agencia donde contrates el tour, y ten en cuenta que el camino es bastante exigente. Lo puedes ver en la imagen de arriba, detrás de mí, a mi izquierda.

Pues hasta aquí mi bonita experiencia en la Montaña de los 7 Colores. Una de las excursiones más recomendables que hacer si estás en Cusco, siempre que el soroche te lo permita. Tengo que decir que no tuve ningún problema más allá de la fatiga producida por la falta de oxígeno en mis pulmones. Nada de mareos ni dolor de cabeza. El regreso por la misma senda por la que subí fue muy cómodo y enseguida llegamos a la zona del aparcamiento. Las vistas son impresionantes. Como siempre, abajo os dejo la peli de esta jornada tan brillante. Espero que os guste y si es así, ya sabéis, se agradece un comentario. Por cierto, si no estás suscrito a mi canal de Youtube, SUSCRIBIRSE. También agradezco algún comentario en esta web, cualquier sugerencia. Muchas gracias y espero que disfrutes de VINICUNCA.

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