Perú

Isla de Amantaní

Sábado, 23 de julio de 2022

La isla de mayor extensión del lado peruano del Titicaca es un remanso de tranquilidad y paisajes bucólicos aún desconocido por la mayoría de los viajeros. En ella se conservan tradiciones milenarias y la posibilidad de conocer una vida auténtica en comunidad. En esta entrada quiero contaros algunos de los secretos de Amantaní, la fantástica isla a más de 4.000 metros sobre el nivel del mar. Para llegar hasta aquí hace falta navegar el lago Titicaca desde el puerto de Puno, en Perú, por alrededor de tres horas y media. La otra opción es ir por tierra desde Juliaca hasta el muelle de Chifrón, en Capachica, y ahí tomar una lancha que tarda unos 40 minutos en su recorrido hacia la isla. En mi caso el trayecto fue desde las islas de los Uros, donde estuve alojado por unos días, conviviendo con sus habitantes, los aimaras.

Dejo atrás el canal por donde se sale de las islas de los Uros, rodeado de plantaciones de totora a babor y a estribor. Poco a poco voy adentrándome en el mítico lago Titicaca. Que con una antigüedad de 3 millones de años, es el lago navegable a mayor altura del mundo. Siendo la frontera natural entre Perú y Bolivia y que contiene una riqueza cultural, animal y vegetal inigualables. La pronunciación de su peculiar nombre resulta simpática al otro lado del océano. Hasta el punto de que las bromas con la rivalidad entre Perú y Bolivia justifican que, depende de la nacionalidad del que hable, unos se apropian del “titi” y dejan el “caca” para la parte contraria. La navegación es muy tranquila. Aunque hace algo de frío en la parte de arriba de la embarcación. Os recuerdo que estoy a casi 4.000 metros de altitud.

Visita a la isla de Amantaní

La leyenda habla de lo feliz que vivía la gente en un valle de tierra fértil. Los dioses de las montañas, los Apus, prohibieron que los humanos subieran a la cima de las montañas, porque allí ardía el fuego sagrado. Pero el diablo también vivía en esas tierras y, ante tanta felicidad, tentó a los hombres para que subieran a las montañas. Cuando eso ocurrió, tal fue la furia de los Apus que liberaron a los Cougars, devorarando a la población, excepto a una pareja. Entonces, el Dios Sol, Inti, lloró durante 40 días y 40 noches, formando así el lago Titicaca. Cuando el sol volvió, la pareja que huyó, vio que los pumas que había en el lugar se habían convertido en piedra. De ahí la etimología del nombre del lago: Titi, que significa gato o puma, y kaka, piedra, que forman el nombre local que se le da.

Las vistas del lago Titicaca son espectaculares. En dirección a la isla de Amantaní tenemos que pasar entre las penínsulas de Capachica y de Chucuito. Se entra de lleno en esta gran masa acuática. Justo de frente nos encontramos con la isla de Taquile. Que en la próxima jornada visitaré. Esta isla es considerada como una de las 15 islas sobre lagos más bellas del mundo y que todo turista debe visitar al menos una vez en su vida. La isla de Taquile alberga una población de poco más de 2.000 personas, descendientes de una comunidad ancestral que, hasta hoy, conserva muchas de sus costumbres antiguas. La embarcación vira hacia la izquierda y divisamos la isla de Amantaní. La segunda isla más grande del lago y la primera más grande de la parte peruana. También vemos a lo lejos las montañas nevadas de Bolivia.

En la isla de Amantaní

Nuestra embarcación nos deja en la isla y comenzamos una pequeña caminata. Pasamos por uno de los arcos de entrada a la isla de Amantaní. Por los senderos empedrados que suben y bajan la montaña regresan con pasos cortos y rápidos, hombres que cargan sobre sus espaldas bolsos con herramientas para labrar el campo y mujeres que hacen lo mismo con la cosecha. A eso se dedican las diez comunidades que habitan en Amantaní: a la agricultura, ganadería y a la pesca artesanal. Son cerca de 4 mil personas que trabajan de manera cooperativa y se prestan asistencia mutua. Al alojarse con familias locales, el viajero es testigo de ello: comparte sus actividades, rituales y participa de peñas folklóricas. Con algo de esfuerzo también aprende quechua, la primera lengua de los amantaneños. Las vistas son cada vez más espectaculares a medida que ascendemos en el sendero.

Llegamos a la plaza de Armas, un rectángulo asfaltado en medio del pueblo en el que conviven la municipalidad, la escuela, la iglesia y algunas bodegas. Allí nos esperan un grupo de habitantes de la isla ataviados con sus ropas tradicionales. Un colorido precioso y espectacular para darnos la bienvenida. El turismo es cada vez más importante para las comunidades de la isla de Amantaní y esta es una forma de darnos la bienvenida. Disfrutamos de unos bailes típicos y aprovecho para charlar con algunas de las mujeres que allí se encuentran. La hospitalidad de estas gentes es extraordinaria. Resguardados a la sombra, hace mucho calor esta mañana, conversan y sonríen, mirando con amabilidad. En sus ropas se pueden ver chullos, ponchos y otras prendas variadas que luego puedes adquirir en la feria del poblado. Sin duda alguna, paso un rato muy agradable.

La hospitalidad de los amantaneños

La opción más asequible y popular para pernoctar en la isla de Amantaní es quedarse en las casas de los comuneros. Están hechas de adobe y quincha y en ellas te ofrecen pensión completa a base de productos andinos. Algunas familias reciben visitantes de manera directa o por agencias, y otras por rotación que establecen las asociaciones locales de turismo. Presenciar de cerca la manifestación de naturaleza que se produce en esta ínsula permite acercarse un poco más a las creencias animistas de los incas. Estoy a cuatro mil metros de altitud sobre el nivel del mar y tampoco noto hoy ningún mal de altura. Me encuentro igual de bien que la mañana que subí a Vinicunca, a más de 5.000 metros. Dejamos en la plaza de Armas el espectáculo tan bonito que nos han ofrecido los pobladores de la isla. Es hora de partir.

Descendemos hacia la orilla del lago donde vamos a tomar de nuevo nuestra embarcación. Un paseo antes de llegar a ella me hace disfrutar de unos momentos inolvidables. Espero que os haya gustado la visita. Os recomiendo que si alguna vez venís al lago Titicaca no dejéis de hacer esta excursión. Dejaos atrapar por la magia y misticismo andino que encierra Amantaní, una de islas más extensas del lago Titicaca. En este lugar cada rincón es una fuente de energía y cada momento un motivo de celebración y aprendizaje junto a sus lugareños. Arriba podemos ver algunas de sus viviendas y, en todo lo alto, una antena de telecomunicaciones. La cobertura la brinda en esta zona, como en muchas en Perú, la compañía española Movistar. Y he tenido más cobertura aquí, en medio del lago Titicaca, y a 4.000 metros de altitud, que en algunos lugares de España.

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