Portugal

Monsanto, la aldea más portuguesa de Portugal

Sábado, 10 de octubre de 2020

Una vez que pasas la raya, como se conoce coloquialmente la frontera entre España y Portugal, puedes encontrarte rincones impresionantes. Entres por donde entres a nuestro país vecino, a lo largo de los 1.214 kilómetros de longitud de esa raya, todo será una agradable sorpresa. Muy cerca de la frontera con Extremadura, saliendo de la localidad cacereña de Moraleja, y pasando la primera población lusa, Monfortinho, podemos divisar a lo lejos una colina. Allí se eleva sobre las llanuras que la rodean una pequeña aldea de menos de mil habitantes. Es una de las doce Aldeias Históricas de Portugal: Monsanto. Entre enormes moles de granito, levantan los lugareños sus casas, creando una espectacular simbiosis entre la acción del ser humano y la Naturaleza. Un lugar que aquí te presento y que estoy bien seguro que te va a encantar. Si es así, espero tus comentarios más abajo. A disfrutar.

Monsanto

Monsanto

Monsanto ofrece un escenario perfecto para pasear por sus empinadas calles empedradas, las cuales se presentan flanqueadas por casas de piedra en armonía con el paisaje rocoso que las rodea. He llegado hasta aquí desde Sortelha, otra maravillosa aldeia histórica portuguesa. En apenas una hora de camino, salvando una distancia de 52 kilómetros entre las dos poblaciones. Encaramado en un cerro que se impone a la mirada en la mayor parte de los horizontes, el pueblo de Monsanto posee un encanto singular. Espero que os lo pueda contar en estos renglones y lo podáis apreciar en las imágenes que os pongo aquí. Esta aldea está ubicada en la cuesta de una gran elevación escarpada, llamada Cabeço de Monsanto (Mons Sanctus). Se sitúa al noreste de Idanha-a-Nova e irrumpe repentinamente del valle. En el punto más alto su pico alcanza los 758 metros.

Monsanto

Monsanto y sus moles de granito

Un paseo por esta preciosa aldea nos hace distinguir dos curiosidades. En primer lugar, cómo se ingeniaron sus habitantes para construir sus viviendas ayudándose de las enormes piedras de granito. Y en segundo lugar, cómo se ingenian los turistas que van a visitar esta maravilla para aparcar lo más adentro posible y estorbando lo máximo que pueden. Dos imágenes bien distintas del ser humano. Las enormes moles sirven como apoyo, muro o incluso tejados de las viviendas u otras construcciones, pareciendo en algunos casos que se hubieran incrustado unas y otras o que aquellas aplastasen a estas de manera sutil. Una integración sublime que nos sorprende a cada paso al transitar por las intrincadas calles de Monsanto mientras se avanza hacia la fortaleza de la parte superior, la parte más antigua de la aldea.

Monsanto

La llegada al castillo es espectacular, un castillo templario del siglo XII. Lamentablemente en su mayoría está derruido, a causa de la explosión de un polvorín ocurrida dentro del recinto en el siglo XIX. Por lo que quedó destruido casi por completo, aunque aún conserva parte de sus murallas, algunas torres, algunas capillas… Sin duda alguna, es la referencia de la aldea, tanto por su antigüedad, como por su historia. Y, cómo no, por las impresionantes vistas que se dominan desde sus muros. La panorámica que nos ofrece de toda la llanura, divisando muchos kilómetros a la redonda, merece la pena el esfuerzo de subir hasta este punto. Divisamos hacia el este las tierras de Extremadura, llegando la vista incluso a los puntos más altos de la maravillosa sierra de Gata. Por el oeste, norte y sur, tenemos un paisaje extraordinario de las tierras portuguesas.

Monsanto

Monsanto

El castillo de Monsanto

Las piedras graníticas impresionan por su tamaño y las formas que la erosión de la naturaleza les ha proporcionado. Pero también guardan copiosos vestigios arqueológicos, como las enigmáticas tumbas antropomorfas relacionadas con la siempre misteriosa cultura de la muerte. Se trata de sepulcros excavados en piedra y con forma humana. Algunos de ellos me recuerdan las existentes a la vera del castillo de Trevejo, en mi querida sierra de Gata. Asimismo destaca en el centro de la fortificación la capilla de Santa María do Castelo. Sencillo templo, que data del siglo XVIII, compuesto de una nave y un coro. Después de estar abandonada durante siglos, fue reconstruida al inicio del siglo XIX. Indudablemente el paseo por la historia es impresionante, en un momento de tranquilidad parece escucharse el sonido de los cascos de los caballos o de las espadas de los caballeros templarios.

Te trasladas sin darte cuenta a una época muy lejana de la historia portuguesa, de nuestra historia, tan parecida en muchos aspectos. Pero lo que fascina también desde allí arriba, como ya he dicho antes, son las espectaculares vistas de las tierras portuguesas por el oeste y de las tierras españolas por el este. Historia y Naturaleza unidas como en tantas otras ocasiones. Salimos del castillo y a mano derecha nos encontramos con la capilla de São Miguel. Templo este de finales del siglo XII e inicios del XIII, construido por los monjes guerreros de la orden templaria y que dejaron inacabado. A su lado está la torre campanario. Un paseo muy interesante el que he realizado por el castillo de Monsanto. Otro de los lugares que no te puedes perder si eres amante de nuestro país vecino. Y es que Portugal nunca deja de sorprenderte.

Una parada en la Historia

Una visita al pasado muy recomendable. Un lugar por el que han caminado numerosos pueblos y civilizaciones que lo ocuparon desde los tiempos más remotos. Puesto que ha sido santuario megalítico, castro lusitano, fortaleza romana, visigoda, árabe y cristiana. Tan lejos de nosotros en el tiempo pero tan cerca en muchas de sus construcciones. Como puede ser la de las pocilgas, o furdas (en portugués). Alejadas de las casas por motivos de salud pública, de planta circular, de paredes en piedra y cubiertas de una falsa cúpula. Aquí también tenían la matanza (matação), que era una importante tarea doméstica. Dando lugar a un ritual anual, festivo y familiar. Sin duda alguna Monsanto todavía parece anclada en tiempos pretéritos. Aquellos en los que Afonso Henriques arrebató el enclave a los musulmanes y se lo entregó en 1165 a los monjes templarios.

Monsanto se ha erigido como un ejemplo de respeto y protección a su aspecto tradicional, salvaguardando su autenticidad. Como premio por esta distinción recibió un gallo de plata, que luce resplandeciente en lo alto de la Torre de Lucano, un esbelto campanario construido en 1420 que es uno de los monumentos más significativos de la aldea. Y que es el punto final para esta nueva aventura que os he contado. Aunque bien podría ser el comienzo de una visita por esta preciosa aldea. Eso os lo dejo a vosotros. Como aquí también os dejo, debajo de la foto del gallo, el vídeo de esta jornada. Monsanto vista do céu. Espero que os guste y ya sabéis, si es así, dejad algún comentario y dadle un me gusta. Siempre se agradará que te suscribas a mi canal de Youtube. A disfrutar de las imágenes.

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