Senda Pirenaica. Etapa 34: Beget – Albanyà




Lunes, 22 de agosto de 2022
En esta etapa 34 de mi Senda Pirenaica dejo atrás el pequeño pero precioso pueblo de Beget. La verdad que me hubiera quedado más días aquí, pero la aventura es la aventura y debo terminar esta travesía. Cada vez queda menos para alcanzar el mar Mediterráneo. Además, en esta jornada piso tres comarcas muy conocidas de Cataluña. Abandono el Ripollés, piso la Alta Garrotxa y me adentro en la última de las comarcas por las que caminaré, el Alto Ampurdán. Por supuesto, como siempre, con unas vistas espectaculares. Nada más salir de Beget alcanzo enseguida la carretera GIV-5221, por la que tengo que caminar durante un kilómetro. Hasta llegar justo antes de un puente sobre la riera de Beget, donde se abandona para continuar a la izquierda. Ahora hay que ir por una pista, sin abandonarla en ningún momento. Porque te puede ocurrir lo que a mí, perderte.

Me fié de un poste con una indicación del GR11 que está mal colocado. Desde aquí os quiero avisar de ello. Hay que olvidarse de cualquier señalización a derecha e izquierda, y continuar por esa pista (por la que te puedes encontrar con vehículos) durante 1,5 kilómetros. Ni se te ocurra cruzar la riera de Beget en ningún momento. Perdí mucho tiempo porque tuve que cruzar el río por una zona con bastante agua y allí también me encontré con las señales blancas y rojas del GR11, que me confundieron de nuevo. Pude volver a la pista, guiado por el ruido de algunos coches. Enseguida llegué a un punto en el que se cruza la riera hacia la derecha, y llego a La Farga. Una masía abandonada donde termina la pista y comienza una fuerte subida por sendero, entre denso bosque, al coll dels Mulls (700 metros).


Larga etapa 34 de la Senda Pirenaica
En esta larga etapa 34 de la Senda Pirenaica avanzo por tierras de la comarca del Ripollés, para adentrarme en la Alta Garrotxa. Por la zona en donde estoy ahora, paso el coll dels Muls y antes de llegar al coll Joell (502 metros), me encuentro con algunas casas abandonadas. Llego al Plá de la Plantada paso junto a una zona con varias mesas y bien techada. En ese punto, las marcas rojas y blancas abandonan el camino hacia la izquierda, se dirigen a un pequeño sendero y cruzan el río por una estrecha pasarela, oculta entre la vegetación. Pasada esa pasarela nos introducimos en una senda cargada de arbustos y muchos árboles. Se va muy bien por la sombra con el calor reinante, menos mal que llevo agua de sobra. Así que a disfrutar de la caminata tranquilamente porque ahora tenemos una subida de tres kilómetros hasta Talaixà.

Parecía menos dura la subida al coll de Talaixà (753 metros), pero qué va. Cuando llegas al refugio te llevas una alegría tremenda. En la parte de abajo, donde pone en la entrada Can Forner, existe una zona para refugiarse, libre y semi abandonada. En la parte de arriba, este verano (no siempre), está un matrimonio de personas de mediana edad, que disponen de bebidas frías en una casa más restaurada. Buen momento para tomar algo distinto que no sea agua y echar una charla con la pareja mientras descanso. Aprovecho para disfrutar de las impresionantes vistas que tenemos desde allí. Acuérdate del GPS y deja el móvil, la cobertura es mínima. Y no está muy bien señalizado que digamos. Después de un rato de conversación con la señora y el señor de la casa, y tras haberme invitado a tomar un licor producido por ellos, retomo el camino.


20 kilómetros hasta Albanyà
Ahora 4 kilómetros de bajada, que después de la durilla subida a Talaixà se agradecen. Entretenida esta experiencia de la Senda Pirenaica que estoy realizando. El sendero baja por un frondoso bosque mediterráneo, hasta las ruinas de La Quera, una casa abandonada, para continuar al poco rato por camino. Hay un tramo precioso que transita a media ladera, por terreno muy inclinado, y desde donde se ve el conocido Salt de la Novia. Queda muy abajo y no puedo acceder, pero da envidia ver cómo disfrutan los lugareños del agua en un día tan caluroso. En poco más de una hora estoy en la ermita de Sant Aniol d’Aguja (446 metros). Allí hay una fuente donde aprovecho para llenar las botellas. El refugio, que lleva años de restauración, todavía sigue cerrado. Atravieso la riera de sant Aniol, por un pequeño puente colgante de madera.


Todavía desciendo un poquito más, hasta la riera de la Comella, y allí comienza una larga subida hasta Bassegoda. Una larga subida de unos 6 kilómetros que pasa antes por el Coll Roig (830 metros). En una zona boscosa, el musgo que recubre los árboles me recuerda el bosque de laurisilva que tanto me impactó en el Parque Nacional de Garajonay, en La Gomera. Sigo subiendo y, después de casi cuatro horas desde sant Aniol, llego al coll de Bassegoda (1.102 metros). Allí comienza la aburrida bajada hasta el final de la etapa. Lo único reseñable es la antigua masía de Can Nou de Bassegoda, que continúa habitada de forma permanente. Según la fecha que pone en la fachada, fue construida en 1776. Un poco más adelante me encuentro con una pista que desemboca en una pista asfaltada. Toca armarse de paciencia y caminar con calma.


Albanyà, final de la etapa 34 de la Senda Pirenaica
Nueve kilómetros de pista de asfalto después de pasar Can Nou de Bassegoda, llego a Albanyà. Y lo más espectacular de esta jornada es que veo por primera vez en esta Senda Pirenaica el mar Mediterráneo. También paso muy cerca de varias gargantas de la zona. Por el camino, y poco antes de llegar al pueblo, está el Bassegoda Park, un camping familiar y parque de bungalows de 1ª categoría, perfecto para ir con niños y niñas. Con gran variedad de actividades. Como el lugar donde duermo hoy está a las afueras del pueblo, a un kilómetro y medio, vienen a recogerme desde allí. Esta noche me quedo en Can Carreras, una casa rural bien cuidada con unos propietarios muy agradables. Tengo el alojamiento y el desayuno por 40,66€. Toca recuperar y descansar. Ahora os dejo con la imagen del día y la peli de esta jornada. A disfrutar.
