Senda Pirenaica. Etapa 13: Góriz – Pineta



Martes, 21 de julio de 2020
Vuelvo a la Senda Pirenaica e intento por fin este año la etapa más espectacular (en mi opinión) que pueda haber en esta travesía. Una etapa preciosa pero a la vez muy dura. No sé si el entrenamiento que traigo será suficiente para hacerla entera y bien, teniendo en cuenta que salgo de Nerín. Al no haber autobuses a los miradores por culpa de la pandemia tengo que sumar a los casi 12 kilómetros de la etapa otros 11 kilómetros desde dicha localidad. Pero hay que intentarlo, la vida es así. De nada sirve desear algo si no haces nada para lograrlo. Los sueños no se convierten en realidad si no pasas de la intención a la acción. Vamos a por la Senda Pirenaica etapa 13.
Salgo de Nerín bien temprano y me dirijo hacia Cuello Arenas y Cuello Gordo. Tengo que recordar que este itinerario no es GR11, ya que no salgo del Refugio de Góriz. Que es la verdadera salida de esta preciosa etapa. Después de una decena de kilómetros llego a los miradores del valle de Ordesa, desde donde tengo unas impresionantes vistas de las tres sorores. Paseando bajo la sierra Custodia, y muy cerca de Góriz, enlazo ya con el GR11. Hermosa la vista de la Torre de Góriz en el collado de Arrablo. Ahora comienza la aventura de verdad, hasta aquí ha sido un simple paseo. Vamos a por la verdadera dureza de esta hermosa Senda Pirenaica etapa 13.
La belleza del valle de Ordesa
El recorrido por la Faja de las Olas (GR11.9) es espectacular y ahorra tiempo y desnivel. Sin embargo, esta variante solo es recomendable con tiempo seguro, sin hielo y sin nieve por supuesto, para montañeros que no sufran fácilmente con la altura. Las principales dificultades se concentran en tres puntos. Una travesía horizontal por un sendero muy estrecho en una pendiente inclinada -peligrosa con nieve o hielo-, un tramo de corredor con un pequeño resalte al final que hay que escalar (equipado con una cadena) y una placa inclinada que hay que bajar (equipada con un cable). Fuera de la faja, la bajada final desde el collado de Añisclo a Pineta, es probablemente el descenso más fuerte de todo el GR11. Toda una odisea, sin duda alguna.

Llego, como decía, a la Torre de Góriz (o Morrón de Arrablo). En este punto hay dos alternativas, por la Faja de las Olas (GR11.9) o por la Fuen Blanca. En mi caso opto por la Faja de las Olas. Ascender por la senda de la izquierda (NE) por debajo del Morrón de Arrablo (2.792m) hasta la Faja de las Olas, una terraza en mitad de la pared por la que contorneamos la Punta de las Olas. Se cruzan varios riachuelos hasta aquí. La Faja, inicio de las dificultades, comienza al llegar al saliente que baja de las Punta de las Olas, desde donde divisamos por vez primera el espectacular cañón de Añisclo. El sendero progresa horizontalmente por una ladera muy inclinada que aunque no presenta dificultad, resulta peligroso si no está en condiciones.



Llegan las dificultades serias
La faja se interrumpe, el GR11 sube a la izquierda por un corredor hasta un pequeño resalte. Cuando la canal está taponada por nieve se sube más a la izquierda utilizando la cadena. Superamos el resalte (3m), el paso clave de la faja, con la ayuda de la cadena. Continuamos hasta el siguiente tramo equipado, una placa inclinada que descendemos con la ayuda de una sirga. Tal vez sea este el paso más expuesto. Incluso en verano debemos tener muchísimo cuidado. Puede que haya llovido o siga brotando agua en la superficie. No te lo tomes a broma, la caída puede ser muy grave. En la montaña disfrutamos, pero siempre con seriedad y con sumo cuidado.



Hasta el final de la faja se pasan riachuelos en todo momento y alguna cascada. Aquí conviene rellenar la botella, ya que no volveremos a pasar fuentes hasta la mitad de la bajada a Pineta (hora y media). Ya sin complicaciones, la senda desciende hasta el collado de los Maquis (2.456m), contornea la Punta del Valle (2.501m) y sigue hasta el collado de Añisclo (2.453m). Tenemos unas vistas espectaculares miremos adonde miremos. Cuesta llegar hasta aquí pero merece la pena, sin duda alguna, todo el paisaje que tenemos a nuestro alrededor. A mi izquierda, abajo del todo, el alojamiento de esta noche, el Parador de Bielsa. A la derecha, el inicio del espectacular cañón de Añisclo.



La impresionante bajada a Pineta
Solamente queda por delante la que probablemente sea la bajada más dura de todo el GR11 (1.200 metros en 2,5 kilómetros). Una bajada brutal, con una serie de resaltes en los que hará falta apoyar las manos para bajar. Después de unos 18 kilómetros de caminata con una duración de casi diez horas, las piernas las empiezo a tener muy cargadas. He de extremar la precaución. Echo una última mirada hacia atrás para ver lo que acabo de descender. Y echo otra mirada hacia abajo para ver lo que me queda por bajar. La verdad que da un poco de miedo. Pero hay que intentarlo, hay que hacerlo. Inténtalo una y otra vez, hasta que el miedo te tenga miedo. Vamos.


La primera parte de la bajada ha sido dura, pero se me ha hecho eterna y todavía queda una buena distancia por descender. Tengo las piernas muy castigadas, la mochila pesa un montón y las provisiones se agotan. Antes de entrar en el bosque me encuentro de frente con una cría de sarrio (o rebeco) que está con su madre. Me doy cuenta que su padre me vigila desde lo alto. Eso me anima un poquito, ver algo de fauna. Pero lo peor está por llegar. El sendero gira a la derecha en dirección sureste. Paso un riachuelo donde puedo refrescarme un poco. Entonces, a los pocos metros, tengo la primera caída, algo leve. Las piernas no me aguantan. Y queda mucho. Al poco rato, la segunda caída. Una herida en la mano y pierdo el saco de dormir. Me asusto.


Llego exhausto a mi destino
Llego a una pequeña pradera, desde donde escucho el ruido del agua del río Cinca. Un último esfuerzo y cruzo el río sin pararme a cambiar el calzado, con botas y todo. Estoy al final de esta Senda Pirenaica etapa 13. Con las piernas muertas y la espalda reventada por el peso de la mochila, llego al Refugio de Pineta. Imposible seguir caminando hasta el Parador. Llamo a un taxi para que venga a recogerme y me lleve hasta allí. Salí de Nerín a las 8 de la mañana, son las diez menos cuarto de la noche cuando el taxi me deja en las puertas de mi alojamiento. Basta un poco de espíritu aventurero para estar siempre satisfechos. Pues en esta vida nada sucede como deseábamos, como suponíamos, ni como teníamos previsto. En la última imagen, la pared que descendí. Luego, el vídeo de esta etapa. Espero que os guste.
