Etapa 25: Villafranca del Bierzo – O Cebreiro

La salida natural de Villafranca y paso obligado de Castilla a Galicia desde tiempos inmemoriales es el valle de Valcarce, que conduce hasta el alto de Piedrafita. Algo que sabían bien los constructores e ingenieros que trazaron las sucesivas vías de unión entre la Meseta y las tierras gallegas, desde las primitivas sendas trashumantes a la moderna autovía del Noroeste, pasando por la carretera N-VI y, por supuesto, el Camino de Santiago. Todas comparten tan privilegiado paso, lo que hasta hace bien poco suponía un problema para el caminante, que debía alternar su presencia con la de los camiones que subían o bajaban de Piedrafita. La apertura de la autovía dejó la N-VI casi sin tráfico, circunstancia que se aprovechó para colocar también una valla de separación en el arcén, a fin de convertirlo en improvisado andadero de peregrinos. En esta etapa 25 del Camino de Santiago lo recorreremos.
Domingo, 16 de abril de 2017
Cada vez queda menos para llegar al destino de este Camino. Y ahora toca dejar Castilla-León. Y entrar en la última Comunidad Autónoma que se pisa en la ruta jacobea. La etapa 25 del Camino de Santiago de hoy es plácida durante 20 kilómetros. Pero los 8 últimos constan de una subida terrible. Hay que armarse de mucha paciencia y seguir cuidándose los pies. Las ampollas que me salieron hace unos días por dejadez pueden pasarme factura en esta jornada. Esperemos que no. Y la subida que emprendo hoy a las cumbres gallegas la haga con buen pie. Salgo de Villafranca y llego a un carril peatonal, algo parecido a una pista de bobsleigh y protegido por un muro que no llega al metro de altura, que avanza encajonado entre la autovía A-6 y la N-VI. Paso bajo varios viaductos de la autovía antes de tomar el desvío a Pereje.

Cruzamos con precaución la nacional y por la carretera de acceso, escoltados por los chopos de la ribera del Valcarce y por castaños de gran porte, llegamos a la primera localidad del día: Pereje. Entro a la pequeña localidad por su bien conservado trazado medieval. Marcado por la calle-camino, entre casas con corredores de madera. La villa fue objeto de un sonoro litigio que enfrentó a los religiosos cluniacenses de Santa María de Cluniaco, en Villafranca del Bierzo, con los monjes de Aurillac, que regentaban Cebreiro. Un conflicto en el que estuvieron involucrados el rey Alfonso IX de León, la reina Urraca y el papa Urbano II. Los monjes de la zona berciana se opusieron a la edificación de un hospital, que finalmente sería construido para alojar y cuidar a los maltrechos peregrinos. Algo que muchos caminantes, sin duda alguna, agradecieron.

Llego a los 600 kilómetros en la etapa 25 del Camino de Santiago
Dos kilómetros después, y cerca de las dos horas de comenzar la ruta de hoy, última en mi tercera incursión en el Camino de Santiago, llego a la pequeña localidad de Trabadelo. De arquitectura más impersonal y moderna que Pereje, merece la pena entrar a este núcleo sólo por caminar bajo las enormes castañedas que flanquean la pista de acceso. Aquí alcanzo una cifra espectacular en mi caminar por este sendero: llego ya a los 600 kilómetros desde que salí de Saint Jean Pied de Port. Ya va quedando menos. Trabadelo, referenciada ya en el siglo IX bajo el nombre Decemani, de origen romana y repoblada por un obispo. Sus calles y sus caminos nos trasladan a un mundo de cuento, de magia, de duendes y hadas entre castaños y carballos. A la salida de Trabadelo se encuentra la vetusta capilla de Nuestra Señora de la Asunción.



Sigo mi camino entre robledales y tejos, chopos y fresnos, que me ofrecen compañía, energía y sombra por el sendero de tierra y piedra. Cuatro pequeñas poblaciones en esta etapa 25 del Camino de Santiago antes de llegar a Las Herrerías. Donde me curo las ampollas en un descanso que hago y me dispongo a realizar la dura subida hacia O Cebreiro. El topónimo de las herrerías se debe a las fraguas que funcionaron en esta localidad hasta principios del siglo pasado. Algunas guías medievales citan los trabajos en hierro que se hacían en el lugar. Convertido ahora en un pequeño núcleo ganadero que ha resucitado gracias al Camino. Después de curarme bien los pies y tomar algo emprendo el camino. Soy consciente de que lo voy a pasar mal por las ampollas que tengo. Pero será algo que recordaré siempre que vuelva a ponerme a andar.

Llego a tierras gallegas en la etapa 25 del Camino de Santiago
Hasta este momento, el temido ascenso al Cebreiro no ha sido más que un suave paseo por el fondo del valle encarcelado, de donde deriva el topónimo Valcarce. Sin embargo, a la salida de Las Herrerías acaba el espejismo. Una dura subida de 8 kilómetros nos espera a la vuelta de la esquina. Preparaos. Dejo atrás La Faba, un grupo de caseríos tradicionales, dedicados en cuerpo y alma a la ganadería. Y llego a Laguna de Castilla, el último pueblo de León, aunque el ambiente y el entorno se aproximan más a sus vecinos gallegos. La pendiente acaba y los acontecimientos se precipitan. En el límite provincial aparece un mojón kilométrico en el que figura el guarismo 152,5. Son los kilómetros que faltan para Santiago de Compostela. A partir de este momento y durante todo el tramo gallego, la referencia de distancia aparecerá cada 500 metros, en mojones como éste.

La cuenta atrás acaba de empezar y me enfrento al último repecho por colinas suaves y verdosas. Una subida marcada por un entorno montañoso de gran belleza, que me elevará hasta los mil cuatrocientos metros de altitud. Subida que es considerada una de las siete ascensiones mágicas a las que el caminante se enfrenta antes de llegar a Santiago de Compostela y a Finisterre. Una escultura con el escudo de Galicia nos anuncia que entramos en tierras gallegas. Última Comunidad Autónoma que pisamos y que ya no abandonamos, hasta llegar a nuestro objetivo final, la catedral de Santiago. Y luego continuar hasta el fin de la tierra. Después de tantos kilómetros es una alegría inmensa llegar a este punto, significa que el final está muy cerca y la aventura se termina. Por un lado, regocijo. Pero por el otro, algo de nostalgia y tristeza de abandonar tan espectacular proyecto.

Una subida espectacular
Fatigado, solvento el último kilómetro hasta la iglesia prerrománica de Santa María la Real. El espectáculo desde allí arriba es indescriptible. Entro en O Cebreiro, la mítica y misteriosa aldea de pallozas donde se aúnan tradiciones celtas, cultos paganos y brujeriles. Arcaicas tradiciones, milagros eucarísticos y biografías de personajes centrales en la historia jacobea. Enclavado en la sierra de Ancares aquí se encuentra el tercer Grial «oficial», tras los de León y Aragón. El misterio y la magia envuelven a esta aldea de piedra habitualmente inmersa en la niebla. En este collado, a 1.300 metros de altitud, existió desde tiempos remotos uno de los primeros lugares de acogida a peregrinos de todo el Camino. O Cebreiro, como todo sitio carismático, quedará en mi retina para mucho tiempo.

Símbolo y emblema jacobeo, lugar de poder, es uno de los templos más antiguos del Camino. La iglesia de Santa María de O Cebreiro. No hay fecha que indique su construcción, es un enigma. De estilo prerrománico y ábsides rectangulares, estuvo regentada por cluniacenses y luego pasó a manos benedictinas, cuya presencia se mantuvo hasta el siglo XIX. Un templo, además, rodeado de acebo, que está hundido varios metros para protegerlo de las tempestades. Con una cimentación que por otra parte permitía absorber las fuerzas telúricas. Un santuario y un cáliz que se convirtieron en leyenda y fueron fuente de inspiración para Wagner. El Grial de O Cebreiro es del siglo XII, de reducido tamaño y está labrado en plata sobredorada. En la base hay una inscripción que dice: In nomine nostri Ihesu Christi et beate Marie Virgine.


De nuevo me despido del Camino
Y aquí decido despedirme de nuevo de este maravilloso sendero. La próxima vez que regrese será para finalizar mi trayecto. Será para llegar a la meta que todo peregrino se planteó al iniciar la ruta jacobea: llegar a Santiago de Compostela. HASTA PRONTO. En la peli de hoy podéis comprobar en mi cara y mis palabras la dureza de la subida a O Cebreiro. Bien merece la pena pernoctar hoy aquí y no coger el coche para volver a casa. Me quedo en el Hotel O Cebreiro (38€ la noche) y ya reservo para cuando vuelva en julio a mi última inmersión en el Camino. A continuación los albergues en O Cebreiro antes de la pequeña peli de esta etapa reina:
- Albergue de peregrinos de la Xunta de Galicia de O Cebreiro | 104 lit. | 6€ | Todo el año
- Casa Campelo, O Cebreiro | 10 lit. + 8 hab. | 12€ lit. / 45€ hab. | Abril-Noviembre

2 Comments
Cris
por fin tierras gallegas
Carlos Marín
Siii, da gusto entrar en Galicia.