Etapa 22 del Camino de Santiago: Astorga – Foncebadón

Tras Astorga llega por fin la noticia más esperada en esta etapa 22 del Camino de Santiago: se acaba la eterna llanura. Tras Astorga, la línea del horizonte cambia de atrezo y se eleva para formar los montes de León, una cordillera poco bravía que, pese a ostentar la cota más alta de toda la ruta, la Cruz de Hierro, se supera con facilidad. Además, el Camino vuelve a mostrar aquí su carácter revitalizador. Pueblos condenados a la desaparición si se les aplican las estrictas reglas del mercado y el desarrollo, como Murias, Foncebadón o Santa Catalina, se mantienen vivos gracias a ese río de vida y dinero que traen los viajeros a Compostela. Un montón de albergues en este trayecto, toda una explosión de hospitalidad en un territorio condenado al abandono. La España vaciada lo es menos gracias al Camino, y eso es muy importante.
Jueves, 13 de abril de 2017
Llegó Semana Santa y de nuevo regreso al Camino. Tal y como había previsto hace algunos meses cuando terminé mi última etapa en Astorga, allá por el mes de agosto de 2016. Ahora a disfrutar más de la caminata, se acabó la eterna, aburrida y fatigosa llanura castellanoleonesa, se acabó fijar inútilmente la vista en una llanura perenne. Se acabaron los páramos sin sombra calcinados por un sol de justicia. Así que ahora me voy a adentrar en los montes de León y el paisaje cambiará radicalmente, voy dejando atrás Astorga y avanzamos en el Camino. Estoy en la etapa 22 del Camino de Santiago. De Astorga se sale por la carretera de Castrillo de los Polvazares por unas aceras que permiten andar a salvo de vehículos. El Camino deja la planicie y se engalana por diferentes aldeas.


Al salir de Valdeviejas encontramos la ermita del Ecce Homo, de gran devoción milagrosa. Y su pozo de agua, que recuerda el antiguo pasado mágico-pagano del enclave. Cruzo la autovía por un puente y continúo por un andadero de tierra. Llego a Murias de Rechivaldo y ahora sí que entramos de lleno en la mágica Maragatería. Extensa comarca leonesa que se funde con el trazado jacobeo y con las tierras bercianas. Entro en Murias por su calle Mayor. En este pueblo destaca la iglesia de san Esteban, templo parroquial del siglo XVIII, que constituye un buen ejemplo de arquitectura maragata. Cuenta con la característica espadaña, igual que en la iglesia de Santa María del siguiente pueblo, Santa Catalina de Somoza. A la que estoy llegando en la imagen de abajo. En una mañana espléndida y sin nada de calor.

Haciendo El Ganso en esta etapa 22 del Camino de Santiago
Tras abandonar Santa Catalina por la calle Real, el sendero de tierra me lleva hasta El Ganso. La villa se distingue por sus casas «teitadas», con techos de paja de centeno y pizarra, pura arquitectura rural. Preludio y modelo de las pallozas gallegas. Al igual que muchas poblaciones del Camino, El Ganso tiene su razón de ser en el Camino de Santiago. Una localidad que resucita cada verano con la llegada de los peregrinos. Un lugar también de ecos templarios, cuyas cruces aparecen talladas en la madera de la madera de la iglesia, y reminiscencias del animal sagrado, que muestra su nombre y su escudo. En El Ganso aprovecho para hacer una parada y tomar un aperitivo, en el mesón Cowboy. Un buen sitio para desayunar, merendar o comer en esta jornada. Su propietario os llamará la atención, menudo personaje.

Tras El Ganso nos aguarda el mismo guión, la monotonía del andadero, que en algunos tramos que están por llegar, se estrecha y obliga a caminar sobre el asfalto, aunque también se ensancha junto a un pinar. Sigo avanzando en esta etapa 22 del Camino de Santiago. Pocas localidades a lo largo del Camino han resucitado de manera tan clamorosa como Rabanal del Camino. El pueblo ya fue una escala importante en la vía medieval, en cuyos numerosos hospitales e iglesias paraban los peregrinos para recobrar fuerzas y agruparse para pasar juntos las traicioneras cumbres del monte Irago. Parajes hostiles y mal protegidos por mucho que los caballeros del Temple procuraran, desde su sede de Ponferrada, proteger el tránsito de caminantes. Rabanal precede a la subida del valle del Silencio, de los Montes de León.
Nuevas etapas, nuevo paisaje
Desde Astorga hasta Rabanal median tan sólo 20,3 kilómetros. Algunos peregrinos (entre los que me incluyo) alargamos la jornada cinco kilómetros y medio más hasta Foncebadón. Una subida larga pero ligera, con los vientos de los montes leoneses zumbando continuamente, te deja en la pequeña localidad donde pasaré la noche. Una etapa bonita, muy tranquila y en la que ya he disfrutado del nuevo paisaje que aparece ya en la ruta jacobea. Y que, por fortuna, ya no te abandona hasta la llegada a Santiago de Compostela. Desde Rabanal emprendo la ascensión entre bosques y prados, mientras se pierden en la lejanía las torres de la catedral de Astorga y la Maragatería.

Abandonado durante décadas, después de haber sido importante enclave medieval que contó con dos hospederías, dos hospitales para necesitados y un convento, Foncebadón era el único pueblo deshabitado de la ruta jacobea. Es buen lugar para descansar de la subida desde Rabanal y punto de acceso directo a la cota más alta de todo el Camino Francés. Pero eso… mañana. Y, para terminar, la peli de esta etapa, en la que aparece un artesano que me encontré en el andadero que une las localidades de Santa Catalina de Somoza y El Ganso. Al que le compré un recuerdo del Camino para mis princesas: ÁNGELA y MARÍA. Ahora a mi alojamiento, El Trasgu de Foncebadón, 36€ la noche. Después hago la peli de esta etapa, pero antes os dejo los enlaces de los albergues en Foncebadón:
- Parroquial Domus Dei, Foncebadón | 18 lit. | Donativo | Abril-Octubre
- Monte Irago, Foncebadón | 35 lit. | 5€ | Todo el año
- Roger de Lauria, Foncebadón | 20 lit. | 7€ | Todo el año
- Albergue La Posada del Druida, Foncebadón | 20 lit. | 7€ | Marzo-Octubre
- La Cruz de Fierro, Foncebadón | 34 lit. | 10€ | Todo el año