Senda Pirenaica. Etapa 33: Setcases – Beget

Domingo, 21 de agosto de 2022

Sigo en pleno Ripollés en esta etapa 33 de mi Senda Pirenaica. Después de la larga bajada por asfalto hasta Setcases, hoy la salida ha sido más atractiva. Salgo de mi alojamiento, el hostal Can Falera, y cruzo el río Ter por el puente d’en Xacó. Allí veremos varios paneles informativos con las rutas existentes en la zona. Nada más atravesar el puente comenzamos con una larga subida que transcurrirá por caminos, atajos y sendas. Una subida bastante empinada pero con unas vistas espectaculares del final de la etapa de ayer. En algunos momentos el paseo es muy cómodo y la subida no se hace tan dura. El GR11 se introduce en un bosque de pinos. Hacia la cota 1.700 salgo a una pista ancha que han ocupado para formar un corral, puesto que se ve la entrada al mismo con unas grandes puertas de madera y una alambrada.

Senda Pirenaica. Etapa 33

Tras ir caminando por la pista unos quinientos metros, la dejo a la derecha cuando aparecen las marcas rojas y blancas del GR11 por un pequeño sendero. Poco a poco voy ganando altura y llego a una zona de prados con unas vistas espectaculares. Justo de frente me encuentro con una alambrada que debo seguir hacia la izquierda, para ascender una pequeña pendiente que me lleva hasta los 1.892 metros del collado de Liens. Allí disfruto de unas vistas más abiertas de todo el pirineo. Asombrado por todo lo recorrido hasta ahora pero empequeñecido por todo lo que resta aún hasta el cabo de Creus. Después de un pequeño descanso para beber y tomar algo, y con el Puig Sistra (1.990 metros) enfrente de mí, me dispongo a bajar. Inmediatamente llego a una señal que me indica que Molló está a 8,5 kilómetros. Prácticamente dos horas de camino.

Senda Pirenaica. Etapa 33

Camino de Molló en esta etapa 33 de la Senda Pirenaica

Hacia el pequeño pueblo de Molló todo es descender, por lo que la caminata se lleva a buen ritmo. Primero por un sendero muy estrecho en el interior de un bosque de pinos. Más tarde por un camino más ancho, que se confunde con el pasto de la superficie. Una zona donde me encuentro ganado vacuno y algunos montones de árboles, seguramente de la última tala. Paso la collada de la Fembra Morta (1.726 metros) y salgo a una zona más abierta bajo el Puig Moscós (1.739 metros). Allí tengo que cruzar de nuevo otra alambrada y continuar unos doscientos metros al lado de ella hasta que la abandono para tirar a la izquierda. Por un camino más ancho y de tierra se divisa ya la localidad de Molló y Can Pletis, un atractivo alojamiento rural. Hasta aquí llega desde el pueblo una pista que sigo sin detenerme.

Molló es un municipio fronterizo de la comarca del Ripollés, que pertenece al vall de Camprodon. Ubicado en la cabecera del río Ritort y puerta de entrada del Parque Natural de las Cabeceras del Ter y del Freser. El topónimo Molló hace referencia a una forma de piedra o hito que marca la delimitación de una división territorial o frontera. También podemos encontrar mojones que delimitan el territorio catalán y el francés. Sobresale imponente en el pueblo la iglesia de santa Cecilia. Iglesia declarada bien cultural de interés nacional y construida entre los siglos X y XII. Sin duda alguna, es una importante muestra del románico pirenaico. Destaca por su nave, rematada al este por un ábside semicircular, y el campanario de estilo lombardo. Dejo atrás esta joya arquitectónica y llego a una rotonda. Bajo entre muros de piedra hasta el magnífico puente rómanico del Molí de Can Fumat.

Senda Pirenaica. Etapa 33

Hacia Beget en esta Senda Pirenaica

Dejo atrás el puente rómanico del Molí de Can Fumat. Desde la Edad Media, en el término municipal de Molló, fue muy importante el aprovechamiento del caudal del río Ritort. Tanto para la agricultura como para la acción de los molinos de harina (molían los cereales para hacer pan). Por ello, nacieron diversos molinos como el de can Fumat o el de can Coronel en el vecindario del Riberal. A partir de 1901, algunos de estos molinos empezaron a producir electricidad, que se suministraba, de manera muy precaria, al pueblo de Molló. Resguardado tras el molino de can Fumat, se construyó un puente de estilo popular, el puente de can Fumat, que permitía cruzar el río. Por este puente pasan caminos históricos, como el GR11, el Camino de Santiago o el camino de la Retirada. El puente sufrió grandes desperfectos debido al aguacero de 1940.

Senda Pirenaica. Etapa 33

Me dirijo, dejando el río Ritort a mi izquierda, hacia el collado de la Costa (1.172 metros). En lo alto hay un par de postes que señalizan las diferentes rutas que pasan por aquí. Continúo adelante por un recorrido bastante entretenido, que va por un cómodo sendero, entre bosques, prados y casonas. Las nubes negras me persiguen desde que salí de Molló mientras que por delante el cielo está más despejado. Eso hace que acelere el paso por si puedo evitar las tan temidas tormentas vespertinas de los Pirineos. Casi sin darme cuenta he llegado al Coll de la Boixeda (1.095m), en la mismísima carretera GIV-5231. Al otro lado de la carretera hay una zona de descanso. Ignoro el camino que parte un poco más abajo y sigo las marcas que atraviesan el prado de enfrente. La senda baja con fuerte pendiente hasta can Serra.

Senda Pirenaica. Etapa 33

Final de la etapa 33 de la Senda Pirenaica en Beget

Llego al final de la etapa 33 de la Senda Pirenaica. Afortunadamente la lluvia no me alcanzó, aunque durante un buen rato me acompañó el ruido de los truenos en la lejanía. Esta vez tuve suerte y la tormenta se apartó. Voy por una zona de enorme atractivo paisajístico, lo que motiva que por todas partes haya alojamientos rurales. Todos muy bonitos y que anoto en mi agenda por si en otra ocasión vuelvo por estos lares de manera más relajada: Casa Etxalde, Can Planas (muy cerca del molí d’en Sorolla), Les Gasoveres… Un cartel en un tramo del bosque me indica que estoy en la Alta Garrotxa. Son momentos en que, pese al esfuerzo y al cansancio acumulado, se disfrutan en esta soledad silenciosa. El rumor del viento y el canto de los pájaros son los mejores compañeros de caminata. Sigo adelante, casi sin darme cuenta llego a Beget.

Después de 23 kilómetros y ocho horas llego al precioso pueblo de Beget. Un pequeño núcleo de población perteneciente al término municipal de Camprodon lleno de magia y encanto, donde parece que el tiempo se ha detenido desde épocas inmemoriales. Situado entre la Alta Garrotxa y los primeros desniveles de los Pirineos, se trata de un conjunto arquitectónico que conserva todas sus edificaciones medievales de piedra, con callejuelas estrechas, plazas centenarias y varios monumentos románicos, como la iglesia de San Cristóbal o los puentes que unen sus tres sectores. Se trata de uno de los pueblos más pintorescos y turísticos de la Cataluña montañosa, un lugar de visita obligada para probar el sabor antiguo de la historia. Llego al hostal El Forn, donde por 68€ dispongo de media pensión. Es hora de descansar. Os dejo con la pequeña peli de esta bonita etapa 33 de la Senda Pirenaica.

Senda Pirenaica. Etapa 33